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Jóvenes y educación financiera en América Latina: ¿Cómo estamos y qué podemos mejorar?

La juventud tiende a priorizar el presente sobre el futuro, pero la economía del comportamiento puede darnos pistas para ayudarnos a fortalecer los programas de educación financiera y generar cambios de comportamiento financiero en las personas jóvenes.
Manos sobre un tablero de cartas con dinero.

Los comportamientos financieros de las personas jóvenes en América Latina (aquellos que tienen entre 18 y 25 años) están mayormente guiados por el consumo de bienes y productos inmediatos, dando mayor importancia a los beneficios del “presente” sobre las posibilidades a futuro, e incluso tienden a consumos más allá de sus capacidades monetarias. De hecho, según BBVA en Chile el 73% de los jóvenes tienen dinero con regularidad pero se lo gastan en cosas que les gustan, y solo el 18% admitió usar el dinero para cubrir gastos relacionados con el estudio y un 13% para ayudar a su familia; en el caso de México, el 30% de los jóvenes manifestó que, les gusta gastar el dinero en comida, tecnología, ropa y entretenimiento y sólo el 13% ahorran una parte de su paga. De acuerdo con CAF, en Colombia, el 44% de los jóvenes manifestó no haber ahorrado en los últimos 12 meses, y un 58% señaló que, no podría cubrir un gasto imprevisto sin recurrir a un préstamo o ayuda. A esta situación se une la baja inclusión financiera en la que se encuentra esta población respecto a otros grupos etarios.

Como una manera para afrontar las disparidades a las que se enfrentan las personas jóvenes para acceder y usar productos y servicios ofrecidos por el sistema financiero, en América Latina diferentes entidades -tanto públicas como privadas- han adelantado iniciativas en donde propenden impactar las finanzas personales, aumentar los conocimientos y actitudes, e influir en los comportamientos financieros de las personas jóvenes por medio de la educación financiera. Tras un mapeo realizado y contenido en la Tabla 1, que figura en este enlace, es posible identificar que, la diversidad de los programas y metodologías es amplia en términos de los recursos que utilizan y las modalidades en las que se desarrollan. Estas fueron agrupadas en: concursos, talleres (presenciales y/o virtuales), juegos, herramientas y programas de educación financiera según corresponda para cada caso. 

¿Qué nos dice la educación financiera sobre los cambios de comportamiento financiero de las personas jóvenes?

Entre los hallazgos de algunas experiencias revisadas en América Latina y otros países con relación a estas metodologías de educación financiera, encontramos que:

  1. La mayoría de los jóvenes ahorra de manera informal y se encuentran expuestos a riesgos de perder dichos ahorros. En razón a esto, es importante contemplar, no sólo el conocimiento, sino también las actitudes financieras, puesto que las personas jóvenes actualmente están inmersas en contextos en los que asumen deudas con facilidad. Además, porque la educación financiera se facilita cuando las personas ya cuentan con ahorros.
  2. Es necesario utilizar un lenguaje de fácil comprensión para abordar conceptos y procesos económicos, teniendo en cuenta que parte de la población joven desconoce conceptos relacionados, por ejemplo, con las tasas de interés.
  3. La evidencia disponible sugiere que los programas de educación financiera pueden ser efectivos para reducir la brecha de género. Estos hallazgos se respaldan con información que señala que la educación financiera debería ser continua acorde a los ciclos y los proyectos de vida de las personas, con acompañamiento de los tutores legales y enfoques de aprendizaje experiencial que promuevan “el aprender haciendo”. De esa forma, se ha encontrado que las personas jóvenes escolarizadas con educación financiera tienen actitudes más positivas sobre las finanzas personales y parecen más propensas a ahorrar, contratar hipotecas, realizar préstamos con tasas de interés más bajas y comisiones, participar en el mercado de valores, diversificar la cartera o la tendencia a evitar el sobreendeudamiento; mientras que en las personas jóvenes no escolarizadas, es más difícil generar cambios en sus actitudes y conocimientos financieros, puesto que implican retos adicionales para los programas al estar por fuera del sistema educativo.
  4. Los programas de educación financiera suelen ser bastante ambiciosos en términos de su alcance, por lo que se sugiere que sean más honestos con sus logros, opten por procesos formativos que involucren a las familias, y se apoyen, en la medida de lo posible, por políticas o regulaciones de protección al consumidor que lleven a generar una relación de confianza entre los posibles consumidores y la banca, posibilitando la participación de las personas jóvenes en el sistema financiero y puedan gozar de bienestar socioeconómico a mediano y largo plazo.
  5. Si bien la educación financiera es importante en la medida en que el acceso a mayor información puede mejorar la toma de decisiones y posibilitar el desarrollo de hábitos, ciertamente no es suficiente. Cuestiones como el contexto socio-cultural (jefatura del hogar, situación financiera familiar, motivación, proyección a futuro), las experiencias de vida individuales y familiares, la empleabilidad, la emocionalidad y autopercepción, entre otros factores, influyen en cómo las personas jóvenes aprenden a relacionarse con el dinero e interiorizan o no, nociones de ahorro, inversión, planificación y proyección financiera. Por lo cual, los resultados de la educación financiera no siempre son los esperados en términos del impacto que tienen sobre los comportamientos financieros tanto a corto como largo plazo. 

¿Cómo generar cambios de comportamiento en las personas jóvenes para mejorar sus decisiones financieras?

Dados los hallazgos, retomamos los posibles aportes que puede dar la economía del comportamiento a la educación financiera para generar los cambios que espera con sus metodologías, pues tal abordaje teórico permite comprender los patrones de razonamiento de las personas, incluyendo los procesos emocionales involucrados, el grado en el cual estos influyen en el proceso de toma de decisiones, las percepciones de riesgo, la toma de decisiones en contextos de incertidumbre, los beneficios esperados en relación a productos financieros y la racionalidad de sus elecciones. 

Esto aterrizado a la realidad de las personas jóvenes, aporta una serie de consideraciones, las cuales valdría la pena integrar en iniciativas futuras de educación financiera como: la incorporación de “recordatorios, etiquetas, compromiso, default, nudges”, propuestas desde la economía del comportamiento para generar transformaciones en las acciones de personas jóvenes con relación al uso de productos y servicios financieros. Para ello, se requiere, como primer punto clave, revisar cuál es el comportamiento más importante para impactar en él y dirigir las estrategias como los “nudges” hacia ese comportamiento. Los nudges también conocidos como el impulso o empujón que lleva a la población a tomar decisiones que los beneficien a largo plazo, sin imponer restricciones y su eficacia depende de que la información que transmitan sea sencilla, clara y creíble.

En otras palabras, revalorizan el sistema automático de acción, las emociones y los esquemas mentales compartidos entre sectores poblacionales y a partir de los cuales, toman decisiones. En España, por ejemplo, se implementó un nudge para el programa Ahorra +, que tuvo buenos resultados al retener de manera anual una parte del salario de los participantes para destinarlo como ahorro para la jubilación. Este aporte fue voluntario, y al finalizar, los resultados señalaron que las personas jóvenes y de menores ingresos fueron las más propensas a mantenerse en el programa y tener una actitud positiva hacia el ahorro. En el caso de Colombia, en el proyecto Youthsave, se implementó un nudge “recordatorio”, a partir de mensajes SMS enviados a jóvenes para motivarlos a cumplir metas de ahorro establecidas. Después de 12 meses se evidenció un impacto positivo, de manera que sus saldos netos fueron mayores a los de un grupo de control que no tuvo “recordatorios”.

En este sentido y tras la revisión de diversos programas de educación financiera, por un lado, es necesario reflexionar sobre su alcance, reconociendo que la educación per se no garantiza que los individuos automáticamente desarrollen hábitos que contribuyan a su bienestar financiero. Se debe considerar las variables sociales, psicológicas, económicas y culturales, en la medida en que pueden contribuir al éxito o fracaso de este tipo de intervenciones. Poner el foco en este aspecto puede aportar información valiosa para el diseño de metodologías. Asimismo, consideramos que las evaluaciones de impacto de otros programas podrían ser claves para explorar las posibilidades de replicar estos esfuerzos, teniendo en cuenta similitudes y diferencias entre los contextos en los que se posiciona.

Por otro lado, la economía del comportamiento y algunas de sus propuestas podrían fortalecer los programas y metodologías de la educación financiera, la cual se apoyaría en los resultados que algunas de estas iniciativas han tenido para generar cambios en el comportamiento financiero de las personas jóvenes y que sean sostenibles a mediano y largo plazo. Reconociendo que, algunas de estas herramientas han sido usadas incluso en políticas públicas de educación, salud y economía. Habría que seguir desarrollando estas estrategias y combinarlas con las ya existentes para, a través del seguimiento, monitoreo y evaluación de estos programas revisar si hay cambios de comportamiento de las personas jóvenes. 

Lo anterior demuestra que aún queda un camino por recorrer para generar cambios de comportamiento financiero de las personas jóvenes y de la población en general. Por esa razón, extendemos la invitación a continuar repensando, desde todas las organizaciones interesadas en la educación financiera, estrategias metodológicas y programas más cercanos a los contextos, necesidades y dinámicas de la población.

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Maria Mar , ABC, Colombia
10 Noviembre 2023

Muy buen artículo, esclarecedor e informativo.

Javier Vaca , Finanzas Inclusivas y Gobernanza, Ecuador
01 Agosto 2023

Excelente artículo

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